A unos días de la partida física de Flor Silvestre, su hija, Dalia Inés Nieto Jiménez, narró cómo fueron las altas y bajas en la salud de la estrella del cine y la música mexicana durante los días previos a su fallecimiento.
Hija de Flor Silvestre relata cómo fueron los últimos momentos de vida de la estrella
Dalia Inés Nieto Jiménez, primogénita de la fallecida actriz y cantante, compartió sobre la partida de su madre


La hermana de Pepe Aguilar contó a un programa de espectáculos como doña Flor tuvo episodios en su salud de los que entraba y salía, uno de ellos, una alta en su frecuencia cardíaca que lograron controlar, pero que al final se llegó al desenlace menos deseado.
"Hace mucho tiempo le operaron su pulmón y claro que el deterioro del organismo es paulatino y cuando no te empieza a fallar una cosa, te falla la otra. Salió de una crisis que tuvo de que su frecuencia cardíaca estaba alta y no se le podía bajar. De repente se encontró un medicamento para que se le bajara y ya cuando todos estábamos tan contentos, pues de repente se fue", dijo Dalia Nieto.
La primogénita de Guillermina Jiménez Chabolla, nombre real de Flor, enalteció la labor de Pepe y Antonio Aguilar Jr. con su madre y la calidad de vida que le dieron siempre.
"Pepe, mi hermano, se ha portado como un rey, Toño, también, dándole todo para facilitar su salud, su bienestar y su felicidad en su vejez, pero terminó su misión, y se fue rápido, aunque ya nos había dado señales de que la vida se acaba".
La última voluntad de Flor Silvestre fue que la sepultaran junto a su gran amor, Antonio Aguilar, en una ermita ubicada en un cerro de El Soyate, donde está desde 2007 el "Charro de México", pues, aunque Silvestre nació en Guanajuato, siempre vio a Zacatecas como su segundo hogar.
"Ella ya no se había querido salir del rancho, de esta casa que fue su trono, su refugio de amor".
Más de 200 discos y unas 90 películas testimonian el brillante aporte de Flor Silvestre a la industria del espectáculo en una carrera artística que la asocia de manera indeleble a la memoria de Antonio Aguilar, el gran "Charro de México", su esposo, compañero y camarada en la vida y en el arte.
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